Lo que más me gusta de la ilustración mural es que no hay límites. Puedo jugar con personajes fantásticos, paisajes surrealistas o patrones abstractos, dependiendo del mensaje o de la atmósfera que quiera crear. Pero también me encanta el desafío técnico: ajustar proporciones, trabajar con alturas y adaptar la perspectiva para que el mural cobre vida desde cualquier ángulo.